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Con top y shorts crochet - Maje De la Pampa a Punta La aventura continúa... |
Volver al calor y a la paz de Punta del Este en mitad de la nieve se hace físicamente complicado. Menos mal que nuestra mente es tan poderosa que consigue teletransportarnos allá donde sea. Cierro los ojos, respiro profundo y comienzo a escribir. Estoy en Jose Ignacio, una pequeña península a 40 minutos de Punta del Este entre lo que llaman la Playa Mansa, con sus pequeños barcos pesqueros y sus mágicos atardeceres y la Playa Brava, que se caracteriza por sus grandes olas.
El Hotel donde me alojo se ubica entre dos lagunas, la Garzón y la de José Ignacio (Patrimonio de la Humanidad y reserva de la biosfera), por lo que el agua me rodea por todos lados. Con un mes de antelación comencé a hacer un exhaustivo ¨research¨ de donde hospedarme las dos semanas de vacaciones en Punta del Este. Todos mis amigos coincidían en lo mismo: Jose Ignacio. Sin haber estado nunca el Faro de Jose Ignacio se convirtió en mi nuevo mantra. Contacté con todos y cada uno de los Hoteles de la zona, la mayoría maravillosos, pero solo uno supo conquistarme.
¿Por qué?
Porque huía del ruido, la gente, la masa, las fiestas, los eventos, las miradas y buscaba simple y llanamente paz. Necesitaba también estar en mitad del campo, que los grillos y sapos cantaran sus melodías al dormirme y que los pájaros me despertaran suavemente con su piar. No quería ver ciudad, después de los rascacielos consumidores natos de tu energía en NY, que el horizonte se pierda con la mar es un milagro. Quería asegurarme que ningún after party iba a despertarme en la habitación de al lado, ni que la piscina estuviera plagada de niños tirándose a lo¨bomba style¨ mientras leía. Quería un trato exclusivo, cuidado y personalizado; quería calidad, tranquilidad y paz a un precio razonable. Teniendo en cuenta que es temporada alta en uno de los destinos más deseados del mundo, los precios se disparan de una manera sorprendente, pero en Miradores Laguna Garzón mantienen los pies en la tierra y cobran un precio justo aún en high season. Así que no daba crédito, lo había encontrado y corriendo llamé a mis amigos para decirles: ¨ya tengo nuestra casa en Punta!¨. Lo descubrí gracias a la web Trip Advisor, de la cual me fío ciegamente y cuyos comentarios sobre el Hotel eran exactamente lo que yo anhelaba. Dicho y hecho. Un mes más tarde, aterrizaba en el Hotel Miradores Laguna Garzón junto a mi grupo de amigos. ![]() |
Casita en mitad del pueblo de Jose Ignacio |
La zona más cool en Punta del Este es claramente Jose Ignacio. Los extranjeros, huyendo del helador invierno de sus ciudades de origen, aterrizan en este faro con un mismo denominador común: tranquilidad. Si te espantan las colas, los restaurantes con ruido, el tráfico de Punta del Este y los Centros comerciales masivos tan típicos de America Latina, entonces Jose Ignacio es tu lugar. Es un pueblito maravilloso, mágico, con ese encanto único que te hace sentir como dentro de una tranquila y espaciosa familia, en un tarde ya lo has paseado entero y conoces cada uno de sus selectos rincones. Pero a la vez es imposible aburrirte de él ya que su esencia te conquista, su pacífica brisa te invade y acabas por no querer salir nunca de su encanto. Por eso, la mayoría de los extranjeros que van a Jose Ignacio habitualmente y que hasta han comprado casas y tierras allí, en raras ocasiones salen de él. ¨¿Punta?, ¿Para que ir a Punta?¨, dijo una amiga neoyorquina durante una cena en Manhattan.
Lo bueno de Jose Ignacio es que además de ser una burbuja de paz y lujo en mitad de la locura de Punta del Este, ofrece los mejores restaurantes con encanto, el chiringuito La Huella conocido por ser el más famoso del mundo (o eso dicen), las fiestas más chic ya no son en los bares de las calles sino en casas privadas y las playas son infinitas y salvajes pero si quieres encontrarte con amigos la Brava de Jose Ignacio es perfecta para bailar al atardecer o comer en La Huella con el fin de hacer un poco, solo un poco por favor, de PR.
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Parador ¨LA HUELLA¨ el lugar de encuentro en Jose Ignacio. Si vas, es una orden pedir el volcán de dulce de leche como postre. No hay nada igual. |
Tras dos semanas en Jose Ignacio, era mi hogar. No quería irme. Los dueños del Hotel me hicieron sentir como que estaba en casa. Si tenía hambre en mitad de la tarde bajaba directamente a la cocina a prepararme un te con galletas, desayunaba con mi bata de algodón (de La Costa del Algodón Lacostadelalgodon.com todo hay que decirlo) mirando el campo como si en mi propia finca estuviera y ya tenía mis rituales y lugares escondidos de Jose Ignacio (de los cuales os hablaré en el siguiente post). Me recordó mucho a mis veranos en Cantabria, Santander. Con el ganado y los caballos en los pastos verdes, la brisa refrescante, la lluvia inesperada, las olas infinitas, las playas de arena blanca y fina, la cultura surfera.. Jose Ignacio es Cantabria con clima caribeño. ¿Que mas se puede pedir?. ![]() |
Paseando por la Brava de Jose Ignacio. ¿Es o no es igualito a Santander? |
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Playa de la Brava en Jose Ignacio con vistas al Faro |
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Argentinas paseando por la Brava con los típicos Bikinis de Punta, tan minúsculos que más bien son tangas pero que ellas lucen con una elegancia bárbara. Eso si, en cambio el top less está fatal visto. Allí se lleva el ¨bum less¨. El culto a la cola (como dicen allá) es primordial y está por encima de todo. |
Atardeceres en el campo del Hotel Miradores Laguna Garzón. Absolutamente maravillosos. La luz del anochecer en Jose Ignacio es mágica. Solo en África he visto algo igual, un naranja fuego tan intenso que pareciera falso.
Definitivamente Jose Ignacio (que no Punta del Este, aunque aquí sea conocido como Punta) es uno de esos paraísos por descubrir que aún continúa virgen en el mundo pero con un toque justo de glamour y diversión.
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A pesar de la quietud de Jose Ignacio, siempre hay planes por las noches. Cena de amigos una noche de verano. |
Por ahora solo me queda rezar para que Jose Ignacio no se masifique como pasó con Cartagena de Indias. Atrás quedan mis navidades hace 10 años en Colombia, hoy Cartagena es imposible de visitar a no ser que vayas directa a las Islas del Rosario para nunca más salir.
Mientras tanto, siempre nos quedará Jose Ignacio.
Hasta el verano que viene, si Dios quiere claro.
VISTAS AL JARDÍN Y CAMPO DEL HOTEL
Mi pequeño gran paraiso de paz en Jose Ignacio
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Leyendo en la piscina del Hotel en mitad del campo. |
Desayunos personalizados, dependiendo de la leche que cada uno tome, tu fruta preferida etc. No se les pasa detalle.
Despertares en Hotel Miradores Laguna Garzón.
En el Hotel te organizan los caballos para salir a montar con amigos. Te los traen casi hasta tu cuarto.
He viajado medio mundo y nunca me había sentido tan en casa en un Hotel. Arriba Andy, cuya conexión fue instantánea ya vía mail sin conocernos. Una mujer alegre y positiva, que se convierte en tu mejor aliada y amiga pero dejando siempre ese espacio para tu vida personal y para que hagas lo que te de la mismísima gana. Cuando quieras ella siempre estará, cuando no milagrosamente no la verás. Gracias por hacer de tu hogar, nuestro hogar.
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Instantes antes de salir al aeropuerto de Montevideo, vuelta a NY, con la gran familia dueña del Hotel. Pablo, un Capitán que encontró su lugar en Jose Ignacio, su mujer Andy y María, una catalana que se escapa de España para cuidar a los huéspedes siempre que puede. Gracias a todos de corazón. |
Al ser un hotel rural, la naturaleza y los animales son parte clave de él. Caballos, ganado, perros y hasta gatitos. Una nueva familia de felinos convivió con nosotros esas semanas alegrándonos con sus juegos y dulzura. No hay nada que me guste más que el contacto diario con la naturaleza.
En los alrededores del Hotel antes de salir a cenar con amigos
Como fue un viaje personal me olvidé bastante de hacer fotos diarias de mis looks pero este día nos hicimos algunas antes de salir ya que el campo estaba precioso.
Con top de J. Crew, falda de la firma francesa Aridza Bross y bolso de Miu Miu.